LA MADRE
P. Marciano García ocd
a.
En la historia de la vida
En el universo de los vivientes vegetales, la maternidad
como la paternidad se realiza sin sentimiento perceptible, al menos para
nosotros. En el universo de los animales se dan dos formas de maternidad, la de
los ovíparos y la de los mamíferos. En la historia de la reproducción ha
prevalecido el sistema sexual sobre el hermafrodita. En el Orden de los
mamíferos la madre adquiere una importancia especial desde dos momentos
sucesivos, el embarazo y la lactancia.
En el proceso del embarazo se origina. en su inicio, una
situación especial, la relación macho – hembra. En el reino animal queda definida
por el hecho de entrar y salir del celo. Solo durante el período de celo de la
hembra el macho reacciona. En el resto del tiempo, no hay tensión sexual entre
macho y hembra.
En la especie humana no existe un marcado periodo de celo.
La relación macho – hembra esta siempre en tensión, dentro de variables
menores. El embarazo de la hembra humana debe ser querido por ambos bajo la fuerza de la razón y no solo bajo las
fuerza de la tendencia. Pero en este terreno no hay mayor seguridad, por lo que
se necesitará la protección de la comunidad.
Como en todo el reino animal, el embarazo afecta a la mujer
de forma mucho más intensa y extensa que al macho. Se debe destacar el hecho de que el estado de
embarazo es un estado de salud, de fuerza, no de debilidad. No obstante, la mujer embarazada tiene
especiales necesidades, físicas y emocionales, que deben ser atendidas. La
mujer embarazada lleva como un hálito sagrado.
La lactancia es propia de los mamíferos. Las hembras tienen
mamas para alimentar a las crías que han parido. Fue entre los antropomorfos
que las hembras comienzan a tener mamas pectorales Lo senos de la mujer, parte
importante de su estética, comienza a ser hoy un tema preocupante. La
probabilidad de cáncer de mama parece estar relacionadaon su tamaño. Parece
tener una propensión hereditaria.
El período de lactancia entre los humanos es muy largo, por
la razón de que el bebé humano es muy inmaduro al nacer, muy necesitado, y
exige mucha atención materna para crecer sano. Hasta los tres años el niño
tiene una dependencia simbiótica de la madre; hasta los cinco es materno dependiente.
Se habla de edad psicológuica. A partir de esta edad comienza la lucha por su
independencia materna y sigue un camino
de autonomía que termina en su juventud madura. La figura paterna es
decisiva en este proceso.
En el reino de vivientes animales, las madres expresan una
especial ternura hacia sus cachorros, expresada en caricias físicas y juegos.
En la madre humana esta expresión es una
necesidad para el desarrollo del cerebro del bebé, que nace notablemente
inmaduro. Erich Fromm, en el Arte de
Amar, afirma que no existe dicha superior a la de haber tenido una madre buena.
Una buena madre es una madre cariñosa, tierna, acogedora. Existe una notable
diferencia entre mujeres madres y las que no lo es.
La relación madre – hijo, como dijimos, es simbiótica, ambos
dependen de una vida única, la de la madre, lo que durante el embarazo es
absoluto. Después del parto, la simbiosis va disminuyendo hasta la total
independencia. Una madre buena es aquella que acompaña al hijo en este largo y
complejo proceso, que puede describirse así: todo mío, cada vez menos mío, ya
nada mío. Es el amor más desinteresado que existe sobre la tierra. Una madre
buena lo vive con sencillez. La madre es mala cuando quiere al hijo solo para
ella. En la tierra no existe amor más generoso que el de una madre buena. Se
aprende a ser una madre buena. Aunque mucho viene de fábrica,
Si se examina la energía invertida por la madre en todo el
proceso, desde el embarazo hasta la mayoría del hijo, se ve que ha sido mucha,
casi la totalidad de ella. Obviamente, la vida del padre no ha estado nunca
enlazada biológicamente con la del hijo. Ser padre es cómodo. Y a veces los
padres se suman como problemas para la madre.
En la tierra no existe acontecimiento más glorioso que el de ser madre.
b.
La crisis de la maternidad.
Es un hecho que muchas mujeres hoy no quieren ser madres y
eso, muy significativamente, en los países más desarrollados. La idea de la
superpoblación del planeta puede ser una explicación, pero no la única ni la
más universal. El instinto materno, esa extraña intuición que anida en la mujer
es, quizás, la principal causa. Parir y
traer al mundo hijos para que sufran no vale la pena, lo mejor es no hacerlo. Los historiadores comprueban que en las
grandes crisis siempre ha disminuido la maternidad
El ideal de esta
humanidad desarrollada es la riqueza material, tenerla y aumentarla, o
conseguirla y y conservarla. La maternidad no es hoy un negocio rentable. En el
mercado laboral es un verdadero problema. Desde otros puntos de vista, la
maternidad tiene demasiados problemas, afecta la estética, impide la
participación en las actividades recreativas, exige demasiada atención al
recién nacido, y se convierte finalmente en factor angustioso, por la salud
incierta del bebé, por las noches de desvelos, por la inseguridad respecto de
las reacciones del padre. Y, sobre todo, por el dolor inevitable de ponerlo en
una sociedad devoradora del hombre.
La homofilia puede ser entendida como una protesta, nacida
en los hondos abismos del inconsciente, contra esta sociedad mortalmente
injusta, no procrear, no alimentar la humanidad, no dejarla crecer, Y desde los
influjos abismales de la sociedad misma, el ansia de realización sexual. Sexo
sí, pero no procreación.
Estos hechos sumamente complejos expresan condiciones
históricas, coyunturales, en que valores supremos parece que dejan de
valer, pero pasada la tormenta, vuelve
la calma. La extinción de la especie no puede constituir el proyecto de la
humanidad.
A la mujer que nos llevó en su vientre, que nos amamantó,
que nos acarició con toda su ternura, que, desvelada, veló nuestros primeros
sueño, todo nuestro respeto y gratitud, Bendita tú, madre.
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