viernes, 24 de mayo de 2013

LA MADRE


  

 LA MADRE
P. Marciano García ocd

      a.     En la historia de la vida

En el universo de los vivientes vegetales, la maternidad como la paternidad se realiza sin sentimiento perceptible, al menos para nosotros. En el universo de los animales se dan dos formas de maternidad, la de los ovíparos y la de los mamíferos. En la historia de la reproducción ha prevalecido el sistema sexual sobre el hermafrodita. En el Orden de los mamíferos la madre adquiere una importancia especial desde dos momentos sucesivos, el embarazo y la lactancia.

En el proceso del embarazo se origina. en su inicio, una situación especial, la relación macho – hembra. En el reino animal queda definida por el hecho de entrar y salir del celo. Solo durante el período de celo de la hembra el macho reacciona. En el resto del tiempo, no hay tensión sexual entre macho y hembra.

En la especie humana no existe un marcado periodo de celo. La relación macho – hembra esta siempre en tensión, dentro de variables menores. El embarazo de la hembra humana debe ser querido por ambos  bajo la fuerza de la razón y no solo bajo las fuerza de la tendencia. Pero en este terreno no hay mayor seguridad, por lo que se necesitará la protección de la comunidad.

Como en todo el reino animal, el embarazo afecta a la mujer de forma mucho más intensa y extensa que al macho.  Se debe destacar el hecho de que el estado de embarazo es un estado de salud, de fuerza, no de debilidad.  No obstante, la mujer embarazada tiene especiales necesidades, físicas y emocionales, que deben ser atendidas. La mujer embarazada lleva como un hálito sagrado.

La lactancia es propia de los mamíferos. Las hembras tienen mamas para alimentar a las crías que han parido. Fue entre los antropomorfos que las hembras comienzan a tener mamas pectorales Lo senos de la mujer, parte importante de su estética, comienza a ser hoy un tema preocupante. La probabilidad de cáncer de mama parece estar relacionadaon su tamaño. Parece tener una propensión hereditaria.

El período de lactancia entre los humanos es muy largo, por la razón de que el bebé humano es muy inmaduro al nacer, muy necesitado, y exige mucha atención materna para crecer sano. Hasta los tres años el niño tiene una dependencia simbiótica de la madre; hasta los cinco es materno dependiente. Se habla de edad psicológuica. A partir de esta edad comienza la lucha por su independencia materna y sigue un camino  de autonomía que termina en su juventud madura. La figura paterna es decisiva en este proceso.

En el reino de vivientes animales, las madres expresan una especial ternura hacia sus cachorros, expresada en caricias físicas y juegos. En la madre humana esta expresión es una  necesidad para el desarrollo del cerebro del bebé, que nace notablemente inmaduro.  Erich Fromm, en el Arte de Amar, afirma que no existe dicha superior a la de haber tenido una madre buena. Una buena madre es una madre cariñosa, tierna, acogedora. Existe una notable diferencia entre mujeres madres y las que no lo es.

La relación madre – hijo, como dijimos, es simbiótica, ambos dependen de una vida única, la de la madre, lo que durante el embarazo es absoluto. Después del parto, la simbiosis va disminuyendo hasta la total independencia. Una madre buena es aquella que acompaña al hijo en este largo y complejo proceso, que puede describirse así: todo mío, cada vez menos mío, ya nada mío. Es el amor más desinteresado que existe sobre la tierra. Una madre buena lo vive con sencillez. La madre es mala cuando quiere al hijo solo para ella. En la tierra no existe amor más generoso que el de una madre buena. Se aprende a ser una madre buena. Aunque mucho viene de fábrica,

Si se examina la energía invertida por la madre en todo el proceso, desde el embarazo hasta la mayoría del hijo, se ve que ha sido mucha, casi la totalidad de ella. Obviamente, la vida del padre no ha estado nunca enlazada biológicamente con la del hijo. Ser padre es cómodo. Y a veces los padres se suman como problemas para la madre.

En la tierra no existe acontecimiento más glorioso que el de ser madre.


b.     La crisis de la maternidad.

Es un hecho que muchas mujeres hoy no quieren ser madres y eso, muy significativamente, en los países más desarrollados. La idea de la superpoblación del planeta puede ser una explicación, pero no la única ni la más universal. El instinto materno, esa extraña intuición que anida en la mujer es, quizás, la principal causa.  Parir y traer al mundo hijos para que sufran no vale la pena, lo mejor es no hacerlo.  Los historiadores comprueban que en las grandes crisis siempre ha disminuido la maternidad

 El ideal de esta humanidad desarrollada es la riqueza material, tenerla y aumentarla, o conseguirla y y conservarla. La maternidad no es hoy un negocio rentable. En el mercado laboral es un verdadero problema. Desde otros puntos de vista, la maternidad tiene demasiados problemas, afecta la estética, impide la participación en las actividades recreativas, exige demasiada atención al recién nacido, y se convierte finalmente en factor angustioso, por la salud incierta del bebé, por las noches de desvelos, por la inseguridad respecto de las reacciones del padre. Y, sobre todo, por el dolor inevitable de ponerlo en una sociedad devoradora del hombre.

La homofilia puede ser entendida como una protesta, nacida en los hondos abismos del inconsciente, contra esta sociedad mortalmente injusta, no procrear, no alimentar la humanidad, no dejarla crecer, Y desde los influjos abismales de la sociedad misma, el ansia de realización sexual. Sexo sí, pero no procreación.

Estos hechos sumamente complejos expresan condiciones históricas, coyunturales, en que valores supremos parece que dejan de valer,  pero pasada la tormenta, vuelve la calma. La extinción de la especie no puede constituir el proyecto de la humanidad.

A la mujer que nos llevó en su vientre, que nos amamantó, que nos acarició con toda su ternura, que, desvelada, veló nuestros primeros sueño, todo nuestro respeto y gratitud, Bendita tú, madre.





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